lunes, 10 de enero de 2011

Worf y el arquetipo en Star Trek.

Ya me vale tomármelo con tanta calma y escribir una columna sobre Star Trek pero vaya, el blog es mío y me lo follo como quiero. El caso es que últimamente me ha dado por terminarme ST: Deep Space 9 (en adelante DS9) la mejor de las series de la franquicia (después estaría ST: the Next Generation, en adelante TNG, pero es sólo mi opinión y está sesgada por mi preferencia por los arcos argumentales largos). Sé que esta columna no interesará a los más profanos pero me gustaría que encontrasen por lo menos un ligero interés para adentrarse en el mundillo con calma y poco a poco.

Worf, hijo de Mogh, empezó como un personaje menor dentro de ST:TNG. La concepción inicial de la secuela de Star Trek orientaba al Enterprise como una especie de metáfora familiar donde cada personaje principal tenía un arquetipo asociado, de modo que el capitán Picard (best captain ever, no discussion) era el padre, la doctora Crusher (hmmmmm, redheaaaaadssssss) era la madre (MILFtástica, claro) y el resto de los tripulantes venían a ser los hijos, dentro de una especie de jerarquía que podría discutirse si incluía necesidades especiales. La idea del Enterprise como una especie de culebrón familiar, por tanto, no es ningún descubrimiento y los arcos de los personajes en TNG, bastante tenues, marcaban el reparto de los argumentos episódicos, algo que ni siquiera la muerte de Gene Rodenberry cambió, a pesar de que la serie cogió más vuelo y se volvió más profunda en términos político-estratégicos in universe.
Dentro del marco familiar, como digo, Worf era el chaval adoptado de ambiente marginal. Ser el único Klingon en la Flota Estelar marcaba el tono: el público estaba acostumbrado a que los Klingon, una especie de hunos galácticos, fuesen el enemigo y aquí había uno que era parte de la tripulación-familia (y por la época como meter un soviético en un submarino americano). La historia de Worf venía a ser que sus padres naturales habían muerto en un ataque romulano sobre la colonia en que vivían, Khitomer, algo que cambió el equilibrio de poder entre el la Federación, el Imperio Klingon y el Imperio Romulano, llegando a una alianza entre los dos primeros. Worf había sido adoptado por un suboficial de la Flota Estelar que formó parte de la tripulación de una de las naves que acudieron a ayudar a los supervivientes del ataque.
Worf creció en el entorno de su familia adoptiva, aunque cuando tuvo edad suficiente también viajó a Q'uonos (pronúnciese Cronos) y conoció a sus familiares lejanos, optó por graduarse como oficial de la Flota Estelar. Atípico como poco.
Worf, a lo largo de TNG y después en DS9, demuestra que es un arquetipo auténtico de mestizo atrapado entre dos mundos canónico, aún siendo totalmente Klingon. Worf es la demostración de los efectos de la educación sobre la genética desde el mismo momento en que, aunque asume como suyos los valores Klingon y se precia de ser un guerrero en la tradición de su especie, no acaba de encajar del todo dentro de la sociedad Klingon. No obstante, esto se debe a que manifiesta una idealizacion del mismo concepto de lo que es ser Klingon. Repetidamente, como adversarios o como aliados, Worf se encuentra con Klingons que no alcanzan el estándar de honorabilidad, valor o cualesquiera otros valores que dan forma al Klingon ideal. Worf, extrañado en su etapa infantil y juvenil de su familia y su sociedad natal, demuestra estar desconectado de la realidad Klingon.
En ese sentido, Worf es un conducto para negar, hasta cierto punto, la objeción clásica de la uniformidad arquetípica de las especies aliens en ST (por lo menos en lo personal, si no en la forma humanoide pseudomamífera). Worf es el punto de contacto real del espectador con otra sociedad aparte de la Federación y en la que se demuestra la variedad entre individuos de una misma especie. Mediante Worf llegamos a apreciar las sutilezas en la sociedad y como el patrón ideal de lo que es ser Klingon, si alguna vez llegó a cumplirse, ha entrado en decadencia, arrastrado por intrigas y pequeñas mezquindades que son igual de comunes en las demás especies (incluida la beatífica Federación). Si esto no se aprecia de igual modo entre los romulanos o los cardasianos, por poner ejemplos de antagonistas habituales de la serie, es porque el contacto dentro de sus sociedades está más restringido en cantidad y calidad (hasta la fecha no ha habido protagonistas regulares que mostrasen el funcionamiento interno de ambas sociedades).

Por otra parte, Worf como personaje ofrece un arquetipo que resulta también interesante. Su actitud de rectitud y virtud marcial (bastante más zen y un tanto despegada del mongolismo, en sentido estricto, de los Klingon como guerreros) hace que Worf sea el miembro más solitario de la familia del Enterprise (excepción hecha de Data, que como androide carece de sentimientos, directamente). Ese distanciamiento respecto a todos los demás también es el que le deja parcialmente cojo en sus relaciones sociales: la torpeza de Worf en el terreno de la amistad, las convenciones sociales y las sutilezas del cortejo amoroso (aún sus ideas respecto al amor y el sexo hacen de él un cierto reflejo del caballero artúrico).
Worf vive, ante todo y sobre todo, basando su conducta en unos valores marciales cercanos a lo que vendría a ser el Bushidô o el código de caballería. Su relación con una auténtica mujer medio Klingon-medio humana, K'Elheyr sirve para plantear el conflicto entre esas aspiraciones (su deseo de casarse con ella) y la realidad (una moral sexual imperante en la Federación de lejos más abierta que la presente, aunque nunca se haya comentado muy explícitamente salvo en lo concerniente al planeta de vacaciones Risa). El hijo que surgiría de un reencuentro entre ambos y que crecería sus primeros años sin contacto con su padre regenerará el ciclo del mestizo por otros motivos y volverá a llevar al personaje al entorno familiar dentro del Enterprise para tocar el tema de las responsabilidades y, de hecho, los mismos conflictos a los que se enfrentó el propio Worf en su infancia y juventud.
A la vez, y como reacción al mismo conflicto entre el idea de lo que es ser Klingon y la realidad pero en el sentido opuesto, es el propio Worf el que pasa a demostrar la mayoría de las veces lo que supone dar la talla en honor, valor, disciplina y lealtad. Es él el que demuestra estar por encima, en valores, de la mayoría de los demás Klingon cuando llega la hora de la verdad, si bien, insisto, su aceptación de un modelo ideal de Klingon coarta el obvio disfrute de la vida que si muestran los demás Klingon llegando al entusiasmo temerario.

2 comentarios:

Miss X dijo...

estoy pensando traducir tu post para que lo pueda leer mi hermana. Un treki fan de Worf.

:D

Illuminatus dijo...

Siéntete libre pero no cites la fuente original. XD