lunes, 3 de agosto de 2009

Mater Natura vulpes est.

A raiz de uno de los últimos comentarios que he recibido, creo que era pertinente aclarar unas cuantas cosas sobre el Eje Central de la Biología, la Teoría Unificada que da consistencia a la interpretación racional de la observación humana de los seres vivos y su historia sobre la Tierra.

Empecemos por el error: Darwiniano, ergo, la supervivencia de los más fuertes.

No, no es así. Esa es la simplificación burda e interesada que se propagó durante cosa de casi un siglo (entre la publicación de la obra de Darwin y la consolidación de la Síntesis Neodarwinista en torno a mil novecientos cuarenta y algo). Las razones para este comentario no estaban tanto en la accesibilidad del argumento de la Selección Natural a las grandes masas como en apropiarse del concepto para impulsar lo que se conoce como darwinismo social, una perversión interesada de los argumentos científicos aplicables a la naturaleza para justificar la opresión del proletariado por la burguesía y los privilegiados de todo tipo. En el mundo de Julio Verne, contemporáneo con Darwin, no podemos olvidar que en las factorías y las minas estaba permitido el trabajo infantil, que en África, Leopoldo II, los belgas llevaban a cabo un genocidio y explotación de las poblaciones nativas comparable en dimensiones y falta de escrúpulos al que los nazis realizaron en sus campos de concentración y que, si bien el antecendente de la Solución Final al Problema Judio en Europa se halla en el Exterminio de los Armenios por los Turcos a principios del siglo XX (usando como coartada la caída del Imperio Otomano), los antecedentes del modelo de explotación y esclavitud se hallaban en el Congo belga.
Pero ¿podemos quedarnos ahí? De ningún modo: los movimientos de inmigrantes hacia América, la explotación de italoamericanos e hiberno-americanos (irlandeses, me parece mejor adjetivo) y todo el colonialismo adicional europeo, por no mencionar los rescoldos de esclavitud o el revisionismo histórico amparado por esta argumentación bastarda también forma parte de una sustitución, pretendidamente científica, del que fuera originalmente un argumento de origen teológico calvinista. Se buscaba justificar, de forma retroactiva, el status quo, cualquiera que fuese, de forma que aquellos que estuviesen en la cima se hallaban allí causalmente, ya fuese la predestinación dvina o caracteres seleccionados.
Sin embargo, los hechos son cosas tercas (John Adams dixit), y el señor Karl Marx demostró que un análisis económico de la política y la historia echaba por tierra tales argumentos. Los privilegiados de un momento histórico se encuentran ahí por la dialéctica materialista, la lucha de clases. La clase media, el jamón del sandwich, es siempre la que engendra la nueva clase privilegiada, pues aloja a aquellos con la formación educativa y el tiempo suficiente como para cuestionar su lugar en la jerarquía social.

En lo que respecta a la cuestión biológica, por otra parte, la cita es lo que, técnicamente, se califica como una gilipollez. Lo es porque no ayuda a entender nada acerca de cómo funciona la naturaleza, no aporta nada de valor científico y es evidente sin resultar informativa. Hay que volver al inicio, partir de los principios fundamentales del planteamiento de Darwin, para comprender cúal es la base de la historia de los seres vivos.

De forma esquemática, el argumento de Darwin se puede explicar por los siguientes postulados:
-Los recursos del medio ambiente son limitados.
-Los seres vivos presentan variabilidad entre los indivíduos de su descendencia.
-Los indivíduos competirán por los recursos del medio ambiente.
-Las diferencias entre los indivíduos pueden proporcionar ventaja en la competencia por los recursos.
-Aquellos indivíduos que presenten una ventaja en la competencia por los recursos tendrán mayor probabilidad de reproducirse con éxito y en mayor número.
-La descendencia de aquellos indivíduos que se reproduzcan con éxito heredará aquellas características que confieren la ventaja en la competencia por los recursos.

En el momento en que Darwin iba pergeñando estos postulados, le faltaba la justificación material de ciertos fenómenos, concretamente los de la herencia de los caracteres de los seres vivos (la genética), cosa que, más o menos cuando publicó, estaba desentrañando Gregor Mendel, un fraile agustino de la abadía de Brun (en Chequia, por entonces parte del Imperio Austro-húngaro), primero con conejillos de indias y luego (cuando se enteró su obispo), con guisantes (Pisum sativum; al parecer el obispo desconocía que las plantas practican el sexo también). A pesar de ese desconocimiento, Darwin había juntado las piezas que le dejaron otros naturalistas (Linneo y sus familias botánicas; Cuvier, con la anatomía comparada; Lyell con la geología; el caballero de Lamarck afianzando el transformismo) y recogido las suyas propias (en su viaje en el Beagle) y dio un nuevo paradigma científico, un modelo por el que la Historia Natural tenía sentido y coherencia.
Darwin explicó, indirectamente, porque las plantas se agrupaban en familias y sus órganos sexuales adquirían forma de insecto; cómo era posible que las extremidades de los murciélagos, las ballenas, los caballos, los seres humanos y los reptiles tuviesen el mismo número de huesos; cómo era posible que hubiese especies extintas y enterradas en los estratos geológicos. Darwin no mató a Dios pero se cargó el Génesis.

Dejando de lado a los putos pirados que se tragan el montón de mierda creacionista, Darwin mató el fijismo (la idea de que las especies existen y han existido siempre en su forma presente) y arrojó muchas dudas sobre la bondad de Dios. En la naturaleza según Darwin, las extinciones ocurrían porque Dios no tenía misericoria de su creación, las especies surgían y se transformaban de acuerdo con su adaptación al entorno en que se encontraban y el indivíduo no tenía valor por sí mismo, sólo por su función reproductiva. El universo según Darwin es un lugar frío y despiadado. Tan frío y tan despiadado que los fuertes perecen igualmente.
Los seres vivos son prisioneros del medio ambiente y tienen éxito sólo aquellos que pueden asegurar su supervivencia y reproducirse. No obstante, el entorno puede cambiar. Las evidencias estaban en la geología (las grandes extinciones y los fósiles que indicaban cambios drásticos). Ser el mejor ahora no significa nada y mañana puedes ser el tesoro de los futuros paleontólogos. Toda especialización conlleva una muerte lenta. Pero la naturaleza juega siempre con los dados cargados: la reproducción sexual es donde nuestra Magna Mater hizo trampa. Los seres vivos de reproducción sexual llevan siempre dos dotaciones cromosómicas, lo que significa que cada locus (gen) tiene dos copias.
Darwin no lo sabía pero intuía que existían esos factores hereditarios, ya que la descendencia no era uniforme, ni siquiera tras generaciones de cruces óptimos, y, además, los cruces entre machos y hembras significaban que siempre había una dilución de los caracteres óptimos. Su trato con criadores profesionales de caballos de carreras y perros de caza se lo dejaron claro. Lo que ocurre es que cualquiera de las formas de citar a Darwin tiene un error significativo. "La supervivencia de los más aptos." No es así. Nunca ha sido así. Mami no sólo hace trampas. Es prestidigitadora y nosotros somos tan gilipollas que miramos siempre la mano equivocada porque creemos saberlo todo.

La mayoría de la población africana entre las franjas tropicales es portadora en heterocigosis (esto es, posee una sola copia) del gen de la anemia falciforme (los eritrocitos, hematíes o glóbulos rojos tienen forma de hoz). Esto supone una eficacia reducida de su sistema circulatorio y su sangre pero, casualmente, son más resistentes al plasmodio de la malaria, que tiene la mala costumbre de alojarse en los eritrocitos para reproducirse y completar su ciclo vital. Una deformidad que conlleva un problema de salud y en homocigosis es prácticamente letal. ¿Habéis visto dónde escondía la Madre Naturaleza su carta?
Nunca se ha tratado de la supervivencia de los más fuertes ni de los más aptos ni de los más nada. A mamá siempre la ha bastado con que a sus hijos les vaya, simplemente, así así, con ir tirando, con un día más y un par de nietos. La Selección Natural es sólo un umbral de tolerancia que, en más de un caso, no es tan restrictivo como parece. No hace falta ser perfecto, sólo seguir vivo y tener hijos. De hecho, existe la Selección Sexual, el sesgo a favor de la reproducción de aquellos que presentan unos caracteres no estrictamente relacionados con la supervivencia, sino con mayor atracción de las parejas reproductoras: a veces el musculitos tiene las de perder.
A la hora de considerar la genética de poblaciones, la rama de la genética que se ocupa del estudio de la composición genética de las poblaciones a nivel estadístico, la Selección Natural asigna valores de fitness o eficacia biológica en los que la descendencia aportada es fundamental. Si no se tiene descendencia, por muy fuerte o inteligente o rápido o ágil que se sea, para la naturaleza no se vale nada. Mirad a vuestro alrededor y comprenderéis que, biológicamente, la mayoría de la gente que conocéis no vale nada, para la naturaleza. Es más, en este mismo contexto de los números puros y duros, se comprueba que la Selección Natural ni siquiera es el único mecanismo en juego en la evolución. Hay un pequeño fenómeno llamado Deriva Genética que opera en las poblaciones y se basa en que los cruzamientos que ocurren entre los indivíduos no son todos los cruzamientos posibles. Por azar y circunstancias, no todos los indivíduos tienen hijos con todas las parejas con las que podrían, de forma que la composición de las poblaciones no está condicionada exclusivamente por su grado de adaptación al medio.
Además, como dijo Al Capone, los accidentes ocurren. ¿Qué ocurriría si, en un determinado momento, un volcán estallase y se cargase al 95% de la población de un ave concreta con un plumaje que le permitiese camuflarse y escapar a sus depredadores? ¿Podría el 5% restante ser determinante en la población de ese ave? No necesariamente, se produciría un Efecto Cuello de Botella y la proporción podría quedar alterada en el sentido opuesto para el resto de la historia. Pongamos también por caso, por ejemplo, que una isla vacía fuese colonizada por unos insectos con caparazón rojo y verde en proporción 8 a 2 de los que, en el continente, los rojos serían la presa favorita de las aves, por visibles. ¿Qué sucedería? Salvo que las aves colonizasen la isla también, los insectos rojos dominarían la población de la especie por el Efecto Fundador. La Deriva Genética no es más que la conclusión de la aplicación de los números a los seres vivos y su distribución en fenotipos (la manifestación física y fisiológica del conjunto de los genes de un indivíduo, el genotipo; lo que es lo mismo, el conjunto de caracteres de un indivíduo de una especie) y los números son amantes crueles.

En las discusiones a partir de los años 40 del siglo XX para llegar a una conclusión sobre el elemento determinante en la evolución de las especies (la Selección Natural o la Deriva Genética), después de la formación de la Síntesis Neodarwinista, no se pudo llegar a un acuerdo. La tostada acerca del valro de la Selección Natural sigue presente hoy a nivel de la distribución de los alelos (las variantes en que se puede manifestar un gen, por ejemplo: color de ojos). A nivel básico, toda la Selección Natural operaría por la selección de aquellos genes que dan lugar a proteínas cuyo fenotipo redunda en un carácter concreto del indivíduo. La mayoría de caracteres, sin embargo, son más complejos que el color de ojos y suelen ser cuantitativos y/o poligénicos, lo que complica, aumentando el número de factores, escoger aquellos genes positivos y negativos de forma independiente, ya que, a nivel físico, el DNA se reparte en cromosomas, que actúan como paquetes coherentes que no se trocean hasta una escala tan pequeña como el gen específico. Heredar un gen con un alelo beneficioso puede significar heredar otro gen con un alelo defectuoso que va ligado. Otro jueguecito de la Mater Natura: la Caja Sorpresa.
En esencia, una de las consecuencias que todo esto tiene es que hay discusiones acerca de si, en realidad, hay tanta Selección Natural a nivel molecular. Salvo excepciones muy honrosas, como la RUBISCO (Ribulosa Bis-Fosfato Carboxilasa, la enzima fundamental de la fijación del carbono inorgánico, como dióxido de carbono, en carbono orgánico, como monosacáridos o azúcares sencillos formados por los vegetales), una gran mayoría de las enzimas/proteínas de la naturaleza no son perfectas, tienen un rendimiento físico-químico por debajo del óptimo. Todo eso, por lo que mencionaba acerca de los cromosomas y el ligamiento de los genes entre sí, conlleva que no se pueda reconciliar una selección estricta en relación a las moléculas. El debate entre las posturas seleccionistas y neutralistas todavía se mantiene pero resulta imposible reconciliar una postura en la que se afirme un seleccionismo estricto con las evidencias observadas, sobre todo en relación al tiempo disponible. La Selección Natural lo tendría muy difícil para operar cada cambio de forma independiente: no podría cambiar un gen sin cambiar otro antes y así sucesivamente. No cuadran las cuentas. Además, la Naturaleza aborrece la normalidad: las poblaciones uniformes desaparecen casi sin remedio. Sólo aquellas especies con poblaciones diversas con opciones de acomodarse a un cambio en el medio prevalecen y los escogidos lo son siempre por azar. La vida es el resultado del Azar y la Necesidad.

P.S.: me he estado dedicando a pasar por el procesador de textos, revisar y modificar viejo material que había hecho para partidas de juegos de rol. No sé si sacaré algo de ello pero debo decir que algunas de las cosas que tenía por ahí no estaba mal, la verdad.

2 comentarios:

AkaTsuko dijo...

Para la próxima, en vez de intentar animar, mejor digo "oiga, tenga un hijo". Está claro que con hay que tener cuidado con lo que se dice, pues hasta una simple manifestación de léxico popluar puede herir sensibilidades.

Entrada la mar de interesante, sobre todo para mí, que me sirve para ampliar en gran medida la diezmada visión que nos dan en Fundamentos Biológicos y en Antropología en Psicología.

David Sempau dijo...

Buen trabajo, si exceptuamos los insultos innecesarios. Tradicionalmente se han tergiversado y manipulado interesadamente los postulados de Darwin. Por esa razón, en ocasión del bicentenario de su muerte, publiqué el siguiente artículo:

JUSTICIA PARA DARWIN

En el bicentenario del nacimiento de Charles Darwin cumple hacerle justicia para tratar de enmendar la tergiversación que, con el paso del tiempo, han ido sufriendo sus postulados. En primer lugar Darwin no habló de “evolución” sino de “descendencia con modificaciones”, refiriéndose con ello a las estrategias adaptativas de las sucesivas generaciones con objeto de sobrevivir y producir a su vez descendencia. Su objetivo fundamental era comprender y explicar la enorme diferencia entre el potencial biótico de una especie -es decir, la cantidad de nuevos individuos que puede generar en la siguiente generación- y el número real de supervivientes en esa misma generación con capacidad de descendencia viable. La traducción del título completo de su obra pionera sería “Sobre el origen de las especies por medio de la selección natural, o la preservación de los mejor dotados en la pugna por la vida” (John Murray, Londres 1859). Esta “pugna” (struggle en el original), con la que Darwin se refiere al esfuerzo individual por la supervivencia, ha sido erróneamente traducida e interpretada como “lucha” en el sentido de enfrentamiento entre individuos y entre especies, otorgando con ello base científica a un modelo socioeconómico de “todos contra todos” cuyas consecuencias catastróficas en lo social, en lo medioambiental y en lo estrictamente económico, estamos sufriendo ahora mismo. Como contrapartida a este planteamiento de egocentrismo individual y “lucha” por la supervivencia, resulta muy recomendable la visión simbiogenética que Lynn Margulis y Dorion Sagan aportan en su obra “Acquiring Genomes”, que he tenido el privilegio de traducir para Editorial Kairós y que ésta ha publicado bajo el título “Captando genomas”. La obra de Margulis y Sagan desmonta el concepto de “campo de batalla” como base para la evolución de las especies demostrando científicamente que, desde tiempos inmemoriales, las condiciones primordiales para esa evolución han sido -y siguen siendo- la colaboración y la cooperación, manifestadas en términos biológicos por la unión o simbiosis de individuos previamente autónomos, dando como fruto esta simbiogénesis un nuevo ser (especie) con características y potencialidades más viables. Una vez más la Naturaleza nos ofrece un modelo y una fuente de inspiración, en esta ocasión particularmente oportunos para los tiempos que corren. Ya lo aconsejaba Leonardo da Vinci: “Ve a tomar tus lecciones en la Naturaleza”.

David Sempau, 22/03/2009